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Nuestro mayor triunfo no es
no caer nunca, sino
levantarnos una y otra vez
para terminar lo que empezamos.
Muy a menudo, la gente acepta las decisiones de los demás como definitivas. Se resignan a lo aparentemente inevitable y aceptan las circunstancias. Por supuesto, a veces es inevitable y necesario para una existencia sin riesgos. No se puede culpar a nadie que haya tomado esta decisión. Ahora es demasiado conocido lo que les ocurrió a las personas que expresaron públicamente opiniones inconformistas o se vieron atrapadas en fugas infructuosas de la RDA.
En una de las muchas "conversaciones" que mantuvimos con los órganos estatales de la RDA, nos dijeron :
"Usted no es una de las personas a las que se permitirá salir de nuestro Estado".
Una decisión definitiva, se podría pensar. Para nosotros, fue un incentivo para refutarla y buscar la manera de seguir nuestro propio camino sin la aprobación del aparato estatal. Tras una meticulosa preparación y, por supuesto, una buena dosis de suerte, lo conseguimos. Fieles al lema:
